martes, 8 de diciembre de 2015

La historia secreta de la Cientificción: “El Nuevo Acelerador” Douglas Lain



 La ciencia ficción siempre ha tenido un lado oscuro. Hay un toque de irracionalidad y absurdo en el género desde su mismísimo comienzo. Tomen por ejemplo a Hugo Gernsback. En algunas fotografías uno lo ve y parece como si hubiera podido ser el vicerrector de la secundaria de tu abuela o de tu bisabuela, pero en realidad él arrancó publicando viejos subversivos como H. G. Wells y a degenerados del siglo XIX como Edgar Allan Poe. Gernsback era un optimista que prefería pasar su tiempo prediciendo inventos futuristas como las gafas 3D (una vez le llamó “Anteojos para TV” a una caja con antena de TV que se puso sobre los ojos para una sesión de fotos para la revista LIFE) y describir cómo funciona el radar, más que preocuparse con preguntas filosóficas o psicológicas. 

Pero cuando Gernsback comenzó Amazing Stories allá por 1926 él hizo sin darse cuenta que se volcara la atención hacia justo este tipo de problemas. Resultó que al final las radios inalámbricas, los rayos de energía y el viaje espacial no eran simplemente ideas divertidas... estas cosas tuvieron un precio. Lo que nos costó fue nuestro sentido de conectividad y significado, y estamos comerciando nuestra tradición de conexión –comerciando aquello que creemos que es la naturaleza humana- por aparatos, luces cegadoras, y una fugaz sensación de poder y velocidad desde hace largo tiempo. Uno de los primeros cuentos publicados en la revista de Gernsback se titulaba “The new accelerator” (El Nuevo Acelerador). Era la historia de un drogadicto. El protagonista de Wells, un científico, confiesa su adicción, su necesidad, en el cuarto párrafo.

“Lo que quiero... y qué sucede si existe una remota posibilidad, quiero decir, lo que quiero conseguir... es un estimulante que a uno lo estimule totalmente, que a uno lo despierte desde la coronilla de la cabeza hasta el dedo gordo del pie, y que a uno lo haga convertirse en dos –o incluso tres- para todos los demás. ¿Eh? Atrás de eso ando.”


Incluso si nunca leíste este cuento, con seguridad  encontraste esta premisa antes. Puede ser que la hayas visto en Star Trek: The original series, en el episodio “Wink of an eye” (El parpadeo de un ojo): cuando la sensual Reina Deela rapta al Capitán Kirk y le acelera el metabolismo exponiéndolo a radiación, ella lo está sometiendo a la misma idea que se representó en el estimulante de Wells.


Deela: Hace mucho tiempo, está en nuestra historia, nosotros solíamos ser como ustedes. Luego nuestro pueblo fue casi destruido por erupciones volcánicas. El agua se contaminó. Quedó suelta la radiación. Eso nos cambió. Nos aceleró. 

La premisa de ambas historias es que la aceleración sola le da a la gente el poder de salir cada día de su vida diaria y controlarla. La noción es que podemos trabajar más duro, hacer que la vida sea mejor, movernos más rápido y volverse todos más fuertes. Nos podemos liberar. Y una vez que esta idea sea implementada el resto del mundo parezca quedarse inmóvil. Lo que conocimos como el único mundo posible se detiene y los hombres y mujeres antes imponentes de ese mundo aparecen ahora ante nuestros ojos como maniquíes. La idea es que podemos congelar al mundo y al hacerlo, poder dominarlo mejor. Pero, así seductor como es, este poder, tan positivo como parece, siempre se vuelve en contra nuestra.
Extracto del cuento de Wells: 
El efecto mientras caminábamos en torno a la cosa comenzó siendo locamente extraño, y terminó siendo desagradable. Allí estaban, gente como nosotros y aún así distinta a nosotros, congelada en actitudes casuales, atrapados en mitad de un gesto. Una chica y un hombre se sonreían uno al otro, una sonrisa lasciva que amenazaba durar para siempre, una mujer con una capelina flexible, descansaba su brazo sobre la baranda y miraba fijo hacia la casa de Gibberne con una mirada que no pestañeaba, una mirada de eternidad.

El problema es la alienación
Sí, seguro, Gernsback y sus científicos pueden confeccionar sus drogas y mandarnos dando vueltas hacia delante a velocidades enloquecedoras. Sí, las gafas de TV y transmisiones de radio nos traen el mundo y parece que lo ponen bajo nuestro control, pero... ¿Qué queremos hacer con él? Una vez que uno ya tiene al mundo congelado en un cuadro, ¿cómo sigue uno? ¿Y quién es uno mismo? ¿Quién tomaría esta droga?

La respuesta a esto, podría sorprenderte. Resulta que después de 80 años de este material, uno terminaría como Adam Sandler.
Así es. “El nuevo acelerador” de H. G. Wells y el vehículo de Click de Adam Sandler tienen la misma premisa, pero en Click el acelerador es un control remoto que el personaje de Sandler puede poner en pausa, pasar para adelante o ir hacia atrás a través de la vida como un hombre-niño. Y en un mundo sin un centro, un mundo que se puede cambiar a gusto, él se inclina por las bromas, trajes y otras distracciones juveniles para no decaer con todo lo demás. 
El género de ciencia ficción es una feria de atracciones, una vuelta por un parque de diversiones, pero además es un problema. La pregunta indirecta que siempre surge es esta: ¿Quiénes creemos que somos, y más aún, quiénes queremos ser?
¿Podría ser possible vivir con lo que decidamos responder?
Douglas Lain es un escritor de ficción y blogger de Thought Catalog y Partially Examined Life. Su novela Billy Moon la editó en inglés Tor Books en Agosto. Pueden encontrarlo en Facebook y Twitter.

¿QUÉ ERA LA CIENTIFICCIÓN?


“Cientificción” (“Scientifiction”, en su idioma original, inglés) fue un término acuñado por el editor Hugo Gernsback como una contracción de “ficción científica”. Así la definió en el primer número de su revista AMAZING STORIES en Abril de 1926. En realidad, Gernsback alegaba con justicia que había acuñado este término en una fecha tan temprana como 1915. Casi con seguridad Gernsback se refería a su inclusión en el párrafo de apertura de “Thoguht transmisión on Mars” (Transmisión de pensamiento en Marte), que era el octavo episodio de su serial “BARON MUNCHAUSEN’S SCIENTIFIC ADVENTURES”, que apareciera en su revista ELECTRICAL EXPERIMENTER. Su abreviatura era en inglés “STF”.
    Hay que ser justos y admitir que “Cientificción” nunca se volvió un término muy popular, y en un período de una década a partir de su lanzamiento en 1926, fue siendo reemplazado por “Ciencia Ficción” (Science Fiction). Las pocas veces que fue utilizado luego por comentadores, editores o críticos, fue por lo general para referirse solamente al tipo de ficción con orientación científica un tanto pesada y rancia, como la que publicaba Gernsback, o en todo caso, para referirse a sus equivalentes modernos. De todas maneras, podríamos contar como anécdota que en su prefacio a “THE GREAT DIVORCE: A DREAM” (1945), el prestigioso C. S. Lewis cita, y no despectivamente, sino más bien con simpatía a un relato que “leí hace varios años en una revista norteamericana muy colorida del género llamado Cientificción”.
    Una de las razones por la que esta palabra cayó en desuso es la dificultad de pronunciarla.
    Hubo algunos intentos posteriores y más bien aislados de restablecer el término en un sentido positivo pero no tuvieron mucho éxito. El término hoy se lo usa por lo tanto en forma nostálgica.

Predicciones pulps



Desde el aterrizaje en la Luna a robots controlados mentalmente: la CF de los años ’30 revela predicciones atemorizantemente precisas del futuro.

Los pulps, con títulos como Marvel y Amazing Stories, se publicaban todos entre 1929 y 1939
Los temas incluyen cirugía plástica, viajes en el tiempo, la vida en Marte, y un robot gigante controlado por un cerebro humano 
El ahora polémico aterrizaje en la Luna de 1969 la CF lo predijo 40 años antes en el comic he now infamous moon landing of 1969 was The  Moon Strollers en 1929 
Los ilustradores también predijeron que los científicos un día desarrollarían máquinas que leen el inconsciente 
Breakthroughs en el terreno del control mental se lograron recientemente en la  Universidad de Washington, por ejemplo


por VICTORIA WOOLLASTON y ELLIE ZOLFAGHARIFARD


Estas vibrantes portadas de pulps parecen ser el epítome de la ciencia ficción, pero dentro de sus ilustraciones que atrapan nuestra mirada, se encuentran también predicciones atemorizantemente precisas de la vida en el Siglo 21.
    Las tapas retro imaginan un mundo donde la cirugía plástica es algo común, el hombre camina sobre la luna y a los pacientes se los cura con corazones artificiales.
    Y aunque estos tópicos puede que no parezcan tan innovadores hoy, todas estas portadas se publicaron hace más de 80 años, entre 1929 y 1939.
    Por ejemplo, el ahora polémico aterrizaje en la Luna en 1969 fue predicho 40 años antes en el relato pulp “The Moon Strollers” (Paseantes en la Luna), de 1929.
    Ese mismo año, los dibujantes predijeron que en el futuro los científicos desarrollarían máquinas que leen el inconsciente y proyectarían sus pensamientos como imágenes, ocultas en el inconsciente.
    Una serie de descubrimientos en este campo se hicieron recientemente.
    Un estudiante de la universidad de Washington, munido con una visera EEG, pudo controlar exitosamente la mano de un amigo que se hallaba sentado a una milla.
    Los dos estudiantes jugaron un juego en el cual los cañones debían dispararse en la pantalla. Uno de ellos “enviaba” el pensamiento de disparar un cañón, que luego movía la mano del “receptor”.

    Mientras tanto el Proyecto Scanners le permite a los usuarios manipular una instalación de arte digital usando un casco con auriculares que crea un registro visual de la mente subconsciente de una persona.
    Un animador de Manchester dijo que le ofrecerá a la gente un vistazo dentro de un mundo onírico, y utiliza un casco con auriculares de 100 U$S desarrollado por la empresa NeuroSky.
    La colección de pulps –títulos que incluyen a Marvel, Amazing Stories y Wonder Stories- incluye también un cúmulo de escenas reconocibles que incluyen una tapa, creada en 1939, que ilustra una novela llamada “World without Death”(Mundo sin Muerte).
    En la imagen, se ve a un doctor que está operando a un paciente e implantándole un corazón artificial... que recuerda notablemente a Matthew Green, que se convirtió en el primer británico salido de un hospital con un corazón completamente artificial en 2011.
    En estos días, la Boston Dynamics hizo conocer su última versión de los robots Atlas, y este gigante de la tecnología está desarrollando software que actúa como un humano.
    Estas áreas de investigación sembrarán el camino para el Robot A1, que aparece en la tapa de un pulp de 1939, y que muestra a un robot gigante controlado por un cerebro humano.
    Durante la Copa del Mundo del 2014, por ejemplo, un parapléjico utilizó un exoesqueleto
teledirigido mentalmente que le permitió caminar sobre el campo y dar la patada inicial a una pelota en el torneo.
    Y recientemente, un grupo de científicos reveló que operaron a dos pacientes con miembros artificiales controlados por la mente y que quedan unidos al sistema nervioso y al esqueleto de los pacientes.
    Mientras muchas de las portadas parecen ser una predicción bastante precisa del futuro, otras afortunadamente aún pueden llegar a convertirse en realidad.
    Una novela, llamada “Cities in the air” (Ciudades en el aire), nos muestra a New York transformada en una ciudad aérea, elevada sobre la superficie de la Tierra para evitar poluciones, mientras que en “Secret of the buried city” (El secreto de la ciudad enterrada), vemos a la Tierra destruida para dejar lugar a una civilización mejor.
    Otra tapa retro ilustra “Kidnapped into the future” (Raptado hacia el futuro), y muestra a un hombre del año 4230 viajando con una máquina del tiempo a la Norteamérica de mediados del Siglo XX.
Puede ser que los científicos aún no hayan logrado construir una máquina del tiempo, pero eso no fue obstáculo para que siga siendo una fuente de fascinación para escritores e ilustradores de ciencia ficción, hoy, así como lo fue en los años ’30.



© 2014 Mailonline.